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lunes, 8 de septiembre de 2008

El auto se vendió solo

En verdad que es un auto bonito, todo blanco, y aunque estaba un poco sucio llamaba la atención. A pesar de sus 14 años de vida mi Golf rugia con fuerza y era capaz de darle la batalla a otros autos de su tipo, más jóvenes. Sin embargo sus achaques hacían necesario deshacerse de él, así que por segunda vez tomé la decisión de venderlo. La primera vez me arrepentí y cada vez que me preguntaban respondía: "No, no lo vendo, es que lo acabo de comprar y por eso trae el signo de pesos".
Pero despues de haber tenido que ser remolcados por la grua en dos ocasiones, y de cambiarle la bomba de gasolina y el clutch decidí que había llegado el momento. Me lo tomé muy en serio, pero les juro que no tuve tiempo de colocarle los signos de pesos, y esta vez el teléfono de mi padre para que él directo lo negociara y "evitarme yo la pena". De seguro el Golf sabía que la relación se había acabado, que me había fallado y que era lo mejor para los dos, así que le coqueteo a la primer persona que pasó.
Fue el fin de semana, un señor del que no recuerdo siquiera su nombre tocó el timbre y sin mayores preámbulos preguntó: "oiga vende el carro", respondí que sí, como si no me importara, como si no lo fuese a extrañar, regateamos poco, apenas unos minutos.
Ahora mi auto va rumbo a Hidalgo y yo disfruto la libertad de tener tiempo libre para mi, de leer en el metro, de poder tomar sin miedo a que me detenga la policía. Y aunque todavía no pasan las 24 horas ya lo extraño.

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