Free Burma!

miércoles, 18 de abril de 2007

Para escuchar fado

Fue como estar en una película, todos se conocían y cantaban. No es un lugar para los turistas o al menos no del todo. Es un espacio pequeño, difícilmente cabrían 50 personas y sin embargo es genial. Llegamos a esa esquina buscándola pero sin saber que existía. Antes de salir de Madrid, en la oficina, me dijeron que en Lisboa fuera al barrio de Alfama a escuchar Fado.
Así lo hicimos pero lo intrincado de los callejones lisboenses nos hizo dudar un poco de hacia donde seguir: realmente parecía peligroso, así que marchamos en sentido contrario buscando un buen lugar. Todo estaba cerrado o por cerrar, y justo cuando sentíamos que no llegaríamos a ningún lado, encontramos una pareja de españoles, creo valencianos, quienes nos dieron un mapa y la tarjeta del lugar, donde se leía: La Esquina de Alfama (Rua de S. Pedro, 4).
A pesar de esa ayuda erramos el rumbo y llegamos de milagro, cuando Helen me reto a subir por unas escaleras obscuras y lúgubres que daban a… una callejuela y de frente a una cantina donde media docena de lusitanos, ebrios de caerse, discutían como discuten los borrachos. Pregunté a la mujer detrás de la barra quien ruda, gritó a uno de los hombres, el más anciano, Luis creo se llamaba o al menos así lo entendí, que nos indicara el rumbo. El hombre salió a la puerta, señaló de frente con el dedo y luego echó a andar, trastabillando pero sin caer, balanceándose de un lado a otro, platicando no se qué en portugués. Recuerdo haberle dicho a alguien “que buen pedo trae este güey, que chingón”, se volteó y dijo “mexicano, eso sí lo entendí”.
Al llegar el sitio estaba cerrando. Amable, el dueño del local, de nombre Lino Ramos, se ofreció a reservarnos una mesa para el día siguiente. Calida fue la recepción y agradable la comida, buenos cortes de carne y un vino nada despreciable (en promedio cada quien gastó entre 15 y 20 euros), cantamos fado que a veces pareciera tango y en otras bolero y en el fondo contiene la esencia de la música ranchera (¿en que momento Portugal también nos conquistó?), no se que cantan pero sin duda se sufre.
Y si no me creen escuchen al que canta en el video, el es Lino, es el dueño, el mesero y siempre el último en actuar, ahí está acompañado por dos mujeres una alta y delgada (que a veces me recuerda a Chavela Vargas) de nombre Ana María Isidro, las portadas de sus discos de acetato adornan parte del lugar junto con los de otros fadistas que frecuentan esa esquina, aficionados quizá o estrellas del pasado que cada noche brillan por su canto recordando viejos tiempos, imitando aquellas glorias en lo intimo de Alfama, el barrio donde se canta Fado.



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